Considero mi obra a medio camino entre la artesanía y el arte, dos disciplinas distintas con fronteras borrosas en ocasiones. Mis grabados de Santander y Cantabria, hechos desde el profundo amor a la tierra y con la sabiduría y habilidad del artesano bregado por el tiempo, son mi sello, por lo que se me conoce dentro y fuera de Cantabria. Tengo obra diseminada por los cinco continentes, toda ella vendida directamente por mí desde mi puesto en las ferias y mercados en las que he participado desde 1998 hasta hoy. Mis clientes me llevan por todo el mundo, lo envían a sus amigos y familiares, lo cuelgan en sus casas de Moscú, Sidney, Panamá, México, Suecia, Argentina... y siempre me lo comentan al comprarlo “este va para Santiago de Chile”, “este para mi hijo, que vive fuera”. Amigos y familiares se encuentran mis grabados en hoteles y casas de santanderinos por todo el mundo. También tengo obra en tiendas de museos, en el Parlamento de Cantabria, en la colección de arte de la Fundación Valdecilla, en la Colección de la Autoridad Portuaria de Santander y en la Sección de Grabado Contemporáneo de la Biblioteca Nacional. Mi actividad docente me obliga a continuar aprendiendo, a no estancarme y a probar toda suerte de nuevas técnicas y materiales de grabado. Es mi oficio y mi pasión.
En la actualidad cuento con dos talleres: el principal en Salces, en el Valle de Campoo, y uno auxiliar en mi domicilio de Santander, donde dibujo y voy realizando las pruebas durante la elaboración de las planchas.
La técnica tradicional se realiza sobre planchas de cobre u otros metales. Se graba con puntas afiladas, ruletas o ácidos y hay mil maneras de atacar la plancha hasta obtener el grabado.
Esta plancha o matriz se entinta y estampa sobre papel con ayuda del tórculo.
Cada grabado se repite las veces que el autor decida. En la estampa se escribe una cifra que indica el número de ejemplar y la tirada. Cada una de las estampas se considera un original ya que la plancha de la que parten ha sido realizada por el artista que las firma.
Con maderas o linoleos y utilizando gubias y cuchillas grabamos las matrices. La superficie la entintamos con rodillos de caucho y lo estampamos sobre tela o papel.